Podríamos considerar a grandes rasgos la existencia de dos enfoques que orientan la manera de entender la infancia y de criar a los hijos. Por un lado nos encontramos con la visión clásica, tradicional, autoritaria y directiva, denominada “Puericultura Negra” o “Pedagogía Fascista” por la psicoanalista Alice Miller. Un enfoque que parte del principio de que los niños son seres absolutamente irracionales, instintivos y fuera de todo control, que no saben ni entienden nada o muy poco. Seres por tanto, inferiores a los adultos. Por ende, nuestra responsabilidad como padres o como madres -según este enfoque- es ejercer de policías de una cultura cada vez más alejada de los instintos, con el objeto de hacer que los “pequeños monstruos” encajen dentro de las exigencias de una sociedad que ya ha establecido previamente unos parámetros incuestionables. En estas premisas autoritarias se encuentra el origen y justificación de infinitas dosis visibles e invisibles de violencia en el trato hacia los pequeños.
Por otra parte nos encontramos con el enfoque de crianza consciente, flexible y democrática, respetuosa que parte del entendimiento de que los niños son seres fundamentalmente buenos y que criarlos no supone una imposición o una inyección de normas y límites incuestionables establecidos por la cultura, sino un acompañamiento respetuoso y empático, confiando en las capacidades intrínsecas y habilidades innatas de los pequeños para co-producir, crear y construir progresivamente, el modo en que enfrentan, asimilan, se adaptan o modifican el mundo. Un enfoque donde el niño es considerado como un igual y tratado con dignidad para que se desarrolle en su máximo potencial respondiendo a su esencia propia, única y original.
Basándome en la experiencia de mis años de trabajo divulgando temas de crianza consciente e inspirada en el decálogo de “Principios de los padres conscientes” de la doctora Aletha Solther, directora del Aware Parenting Institute, decidí escribir algunas reflexiones sobe el ejercicio de padres y madres volcados a este tipo de crianza, y que a continuación comparto con ustedes:
- Los padres conscientes aceptan a sus hijos tal y como son, respetando, protegiendo y fomentando el desarrollo de su potencial único y de su libre personalidad.
- Los padres conscientes tratan a su hijos como a un igual, con el mismo respeto y consideración con el que esperan ser tratados. No pegan, ni gritan, ni imponen a sus hijos.
- Los padres conscientes escuchan a los hijos sin banalizar sus sentires, deseos y expresiones, asumiendo que son siempre importantes.
- Ser padres conscientes es palabrear constantemente a los pequeños, contarles lo que nos pasa, lo que esperamos de ellos, lo que necesitamos.
- Los padres conscientes buscan tras la superficie las razones del comportamiento en lugar de interrumpir conducta con métodos punitivos.
- Ser padres conscientes es respetar los propios ritmos madurativos de los hijos en lugar de forzarlos a responder según los ritmos externos.
- Los padres conscientes se preocupan por comprender la naturaleza de cada etapa madurativa de su hijos y tienen expectativas verdaderas sobre lo que se puede o no esperar de los pequeños según su momento evolutivo.
- Ser padres conscientes es ponerse en los zapatos de los hijos, comprender cuáles son sus necesidades reales y satisfacerlas sin reparos.
- Ser padres conscientes es darse el permiso de cuestionar lo naturalizado y hacer las cosas de un modo distinto al que se ha hecho siempre.
- Los padres conscientes se permiten ejercitar la autocrítica, y cuando se equivocan, saben pedir disculpas a sus hijos.
- Los padres conscientes comprenden la importancia de emprender la propia búsqueda y el trabajo interior para reconectar con la consciencia despierta y desde allí educar a los hijos.
- Los padres conscientes saben ser democráticos, flexibles y enseñar a los hijos a comprender sus deberes sin violar sus derechos.
- Los padres conscientes ofrecen explicaciones y alternativas, en lugar de imponerse y dar sistemáticamente órdenes.
- Ser padres conscientes es sustituir la autoridad, por comunicación, acuerdos y compromiso emocional.
- Los padres conscientes comprenden la diferencia entre educar a un niño respetuoso, consciente, empático y educar a un niño sumiso y obediente.
- Los padres conscientes comprenden que el hogar no es un cuartel, sino un útero amoroso y nutricio donde se forman los seres humanos que luego echaremos al mundo.
Berna Iskandar @conocemimundo
Fuente: Inspirulina