Durante muchos años se ha condenado a un segundo plano a las emociones frente al pensamiento lógico.
Recuerdo haber escuchado en más de una ocasión que no debía llorar, que llorar es de débiles… y yo no podía evitarlo. Llegué a creerlo… debía ser una persona débil, porque en determinados momentos… era sentir un nudo en el estómago y necesitar llorar. Nunca entendí qué tiene de malo llorar. Nacimos llorando porque llorar es coger aire, sacar lo que nos duele y seguir adelante.
Crecí con la consigna de que las emociones se deben reprimir. Y, como persona obediente, yo intenté esconderlas.
El papel de las emociones
Sin embargo, siempre he sentido interés por conocer más sobre lo que nos pasa por dentro. A pesar de que este no es mi ámbito de investigación, he leído todo lo que ha caído en mis manos sobre este tema porque tiene muchos puntos de conexión con el tema de desarrollo de talento.
Y he descubierto que no podemos dejar las emociones de lado… nos lo muestra la neurociencia. Todos tenemos emociones. Antes de aprender a caminar, antes de aprender a leer… ya tenemos emociones. Aunque no nos hayan enseñado a gestionarlas.
En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. La emoción, desde el plano semántico, significa “movimiento hacia”, y basta con observar a los animales o a los niños pequeños para encontrar la forma en que las emociones los dirigen hacia una acción determinada, que puede ser llorar, correr, o sonreír.
Probablemente, hemos creído que las emociones nos confunden. Pero no es así. Las investigaciones científicas evidencian lo contrario. Investigadores neurocientíficos nos demuestran que es necesaria la participación de las emociones en la toma de decisiones.
Los profesores Jules Lobel (Universidad de Pittsburg) y George Lowenstein (Universidad Carnegie Mellon) demostraron que las decisiones humanas son controladas por dos sistemas neurales: el deliberativo y el emocional. Y que es necesaria la interacción de ambos.
Inteligencia emocional
Daniel Goleman publicó en 1995 “Inteligencia emocional”, en el que defiende que el éxito de una persona no viene determinado únicamente por su coeficiente intelectual o por sus estudios académicos, sino que entra en juego el conocimiento emocional.
Define la inteligencia emocional como la capacidad de la persona para identificar su propio estado emocional y gestionarlo de forma adecuada.
Tal y como afirma Goleman “es un error creer que la cognición y las emociones son dos campos separados. En realidad, pertenecen a la misma área cerebral. De modo que ayudar a los niños a gestionar mejor sus emociones significa que pueden aprender mejor”.
Si no valoramos las emociones, estamos despreciando la posibilidad de desarrollar habilidades tremendamente importantes… la sensibilidad artística, la capacidad física, la iniciativa emprendedora, la propia capacidad de emocionar… ¿Te imaginas nuestro mundo sin personas con iniciativa, sin arte, sin música… ? Francamente, es difícil de concebir.
Si no llevamos estos conocimientos científicos a la práctica, estamos desperdiciando muchas potencialidades en nuestros alumnos.
Estamos acostumbrados a oír hablar de inteligencia matemática, de inteligencia lingüística,… y creo que ya va siendo hora de acostumbrarnos también a hablar de inteligencia emocional.
Lo mejor de nosotros no surge necesariamente de la inteligencia cognitiva… es muy probable que no sea suficiente y que necesite también de nuestra inteligencia emocional.
Es muy probable que las mejores decisiones no sean fruto de una reflexión del cerebro sino del resultado de una emoción”
Eduard Punset
Fuente: INED21
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Isabel
Hola
Enhorabuena por tu blog.¿ Me podrías recomendar alguna lectura (novela o algo así, no autoayuda, que sería muy obvio) para una alumna que está siendo tratada de dificultades emocionales a la hora de relacionarse con los demás?.
Muchísimas gracias!