La falta de autoestima en los padres hace creer que todo se hace mal con el niño. Y esta percepción, motivada por un nivel demasiado elevado de exigencia, donde el único objetivo es el éxito de los hijos, también puede redundar de forma negativa en la autoestima de los pequeños. Por eso, como se explica a continuación, conviene seguir algunos consejos que ayudan a valorarse más como padres, entre ellos, reconocerse el esfuerzo y no los resultados, así como centrarse en los aspectos positivos de la vida cotidiana.
Padres con baja autoestima: la sensación de hacer las cosas mal
Valorarse poco como padres tiene consecuencias negativas sobre los hijos”
Tener una buena autoestima es fundamental por varias razones. Como padres o madres, se destacan dos que, además, están íntimamente relacionadas. La primera tiene que ver con la propia calidad de vida: una autoestima baja nos hace sentir mal. Y la segunda es que repercute en los hijos: a menudo, la baja autoestima de los padres redunda en una baja autoestima en los niños, de manera que el problema se convierte en una especie de mal hereditario.
La Psicología define la autoestima como la evaluación general que una persona hace de sí misma. Es “la valoración positiva o negativa que hacemos de nosotros mismos y cómo nos sentimos al respecto”, definen los especialistas Eliot R. Smith y Diane M. Mackie en su libro ‘Social Psychology’, (Psychology Press, 2007). Es decir, no se trata de lo que una persona es en realidad, sino de la percepción que tiene sobre lo que es.
Esa apreciación que los adultos tienen de sí mismos en su rol de padres o madres, en muchos casos, resulta negativa. Aparecen ideas como “lo hago todo mal”, “no sirvo para esto”, “todos los padres lo hacen mejor que yo”, etc. Y esto puede ser el origen de un círculo vicioso: la baja confianza en uno mismo conlleva realizar peor las cosas. Y esos deficientes resultados refuerzan la visión negativa que esa persona tiene de sí misma y de su forma de actuar.
Las expectativas irreales causan una baja autoestima en los padres
“En muchas ocasiones, esa sensación de no hacer nada bien viene determinada por unas expectativas irreales o inalcanzables”, explica Amelia Fuentes Valenzuela, psicóloga especializada en infancia y coordinadora del Máster de Psicología Infantojuvenil de la Asociación Europea de Psicología Clínica Cognitivo Conductual (AEPCCC).
La idea de que los hijos tienen que ser perfectos causa estrés en padres y madres”.
Para esta experta, son dos los principales motivos que empujan a muchas personas a sufrir más de lo que disfrutan de la experiencia de ser padres: no ser capaz de armonizar la vida laboral con la familiar, que supone un esfuerzo físico y emocional considerable, así como una excesiva autoexigencia. La idea de que los hijos tienen que “ser perfectos” en todo lo que emprenden parece haberse extendido. Pero valorar a los niños (y, por añadidura, a los padres) por sus resultados y logros obtenidos solo provoca estrés, decepciones e insatisfacción.
Cinco consejos para potenciar la autoestima en los padres
Sobre la primera de estas causas (no ser capaz de armonizar la vida laboral con la familiar), no hay mucho que se pueda cambiar o, al menos, puede resultar difícil. En cambio, sí se pueden tomar medidas con relación a la segunda. A continuación, se enumeran cinco consejos para potenciar la autoestima de los padres proporcionados por la psicóloga Amelia Fuentes para potenciar la autoestima de los padres.
- Valorar el esfuerzo, no los resultados:La misión principal de un padre o una madre es la de propiciar el aprendizaje y el crecimiento de su hijo en un entorno seguro, que le brinde posibilidades de experimentar y que facilite su felicidad. Si los objetivos por los que se mide la valía del niño están basados en los resultados, existe el riesgo de que la valoración del pequeño (así como la de sus padres) se vea afectada de forma negativa.
Para sentirse realizados como padres hay que ser consciente de todo lo que se desea hacer y se hace por los hijos”.
Resulta mucho más idóneo destacar el esfuerzo, pues de esa manera se transmite el valor del trabajo, más allá de que se obtengan éxitos o no. El éxito no se puede controlar, pero sí el esfuerzo realizado en una tarea, que, además, es más cercano y medible. Además, el esfuerzo que se estima no es solo el de los niños sino, también, el de los padres. Lo apropiado es valorar el papel de los padres por las tareas del día a día que propician que los hijos se desarrollen como personas felices. Ocuparse cada mañana de que los pequeños desayunen, contarles un cuento, explicarles por qué algo que han hecho no está bien, etc. El éxito para sentirse realizados como padres está en ser conscientes de todo lo que se desea hacer y se hace por sus hijos.
Un dato importante: los objetivos de los adultos respecto a la crianza deben incluir no solo obligaciones sino, también, actividades que les resulten agradables compartir con los hijos. A menudo, se deja de lado el tiempo de disfrute, que también son momentos fundamentales para los niños.
- Organizar horarios semanales:Es importante que esta organización incluya actividades conjuntas, sobre todo, actividades agradables. Las tareas extraescolares son muy importantes, pero se deben pensar otras actividades, más placenteras, de entretenimiento y, de ser posible, de ocio activo. Lo idóneo es que tanto las tareas como los horarios estén pactados entre todos los miembros de la familia.
“Es fácil salir mal parado en la comparación con otros padres”.
- Evitar las comparaciones con otros padres: Esto es imprescindible. Cada persona es única y cada sistema familiar es especial. Por eso, no es posible compararse como padres con ninguna otra persona. Además, hay que tener en cuenta que, en situaciones sociales, muchas personas proyectan una imagen que retrata lo mejor de sí mismas, que esconde los problemas y aspectos negativos. Si uno se compara con esa imagen, lo más probable es que siempre salga mal parado.
- Centrarse en los aspectos positivos: Una buena técnica para lograrlo es utilizar un momento al final del día para conversar sobre las cosas positivas realizadas -o vividas- por cada miembro de la familia durante la jornada. Esta actividad fomenta la comunicación y resalta aspectos positivos, al tiempo que evita centrarse en los problemas, dificultades y fracasos. Además, posibilita que cada miembro de la familia apoye y se sienta involucrado con las experiencias de los otros, de una forma natural.
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Ser conscientes de lo que se vive: A veces resulta difícil, pero se disfruta muchísimo más de la paternidad o maternidad, si se hace el esfuerzo de no contaminar los momentos compartidos con los niños con preocupaciones propias de otros ámbitos, en particular del trabajo. Para quien es capaz de centrar toda su atención en lo que vive en ese momento, el nivel de satisfacción será muy superior.
Fuente: EROSKI CONSUMER