Me imagino una escena cotidiana donde un niño le dice a su madre: “Mamá estoy aburrido”, ¿qué creen ustedes que haría la madre ante esta situación? No es muy difícil acertar con la respuesta. Puedo asegurar que lo primero que haría una madre hoy en día ante esta situación, sería buscar cualquier alternativa o estímulo “externo”, ya sea videojuego, televisión, juguete, actividad…, con tal de que el niño se ocupe en algo que supuestamente lo va a sacar de este “estado” tan temido por todos actualmente.
Ahora me pregunto, ¿cómo vamos a incentivar entonces la creatividad, la imaginación, la curiosidad de nuestros niños, si en realidad no les damos el espacio apropiado? Todos hablamos de la creatividad, de conservar la curiosidad, el asombro, de potenciar la imaginación; sin embargo no nos hemos puesto a pensar que es en los momentos de aburrimiento donde pueden salir a relucir nuestra habilidades y dones más particulares.
Muchas veces he leído que personajes reconocidos se descubrieron y tuvieron contacto con sus talentos precisamente cuando no tenían “nada que hacer” . Fue allí donde salieron a la superficie sus capacidades, capacidades que cada uno de nosotros posee y serían fáciles de descubrir si no viviéramos en una sociedad sobreestimulada desde lo exterior, lo que hace que poco a poco se vaya perdiendo nuestra aptitud de crear e inventar.
Todos somos curiosos por naturaleza. Me atrevería a decir que hasta “inventores” por naturaleza. Sin embargo al pasar los años, poco a poco esta capacidad, esta “lamparita mágica” se va apagando.
Aunque suene sorprendente, es en esos momentos en que nos “aburrimos” donde inventamos, creamos, descubrimos, imaginamos; que no tenemos la posibilidad de experimentar si estamos siempre ocupados o tenemos estímulos externos.
Permitamos que nuestros peques “se aburran”, esto les permitirá sentir e inventar guiados por su curiosidad. Saldrán a flote una infinidad de dones que muchas veces se esconden y son invisibles a raíz de tantas actividades dirigidas.
Puede que vivamos más conectados que nunca exteriormente: tecnologías, internet, redes, televisión, pero no olvidemos que la conexión más importante es la que hacemos con nosotros mismos.