-Cuéntanos, ¿cómo era tu vida antes de enseñar este método y de qué forma llegaste a él?
-Yo era una mujer como tantas, con profundas historias de abandono, comenzando por mi adopción, y con patrones que repetí sin darme cuenta en todas mis relaciones. A los 28 años perdí mi dinero y mis tierras por una debacle financiera en Australia, mi profesión colapsó (era entrenadora de caballos pura sangre de carreras) y seis miembros cercanos de mi familia murieron. Me quedé sin saber quién era ni qué hacer, y me dediqué a ahogarme en el alcohol. Hasta que toqué fondo y decidí: ¡No más de esto, necesito cambiar!
Me enfoqué en mi interior, comencé a leer y hacer de todo para ayudarme a mí misma, y a escuchar mi voz interna. De allí emergió la estructura de lo que hoy es el Sistema Isha.
-¿Y qué es el Sistema Isha?
-Es una serie de prácticas. La herramienta fundamental son unos pensamientos especiales que denomino “facetas”, y que vibran en la frecuencia del amor. Al ser intercalados con nuestros pensamientos habituales, cambian la frecuencia vibratoria de todo lo que en nuestro cuerpo o mente vibra en una frecuencia densa. Esto produce una coherencia en el funcionamiento de ambos hemisferios cerebrales. Así, las toxinas se eliminan, memorias o traumas del pasado se liberan, los miedos comienzan a borrarse y la gratitud y el amor incondicional comienzan a ocupar su lugar.
-Afirmas que para seguir tu método no hace falta creer en dogmas ni filosofías…
-No implica creer en nada, sino estar abierto a conectar con la propia verdad interior. Yo no inculco nada a nadie; comparto mi experiencia de libertad. Si quieres, sigues las indicaciones del mapa: das los pasos que yo tomé, utilizas las facetas, bebes agua, haces ejercicio, sientes tus emociones. Luego, tú me contarás. Si estás en un punto en que quieres cambiar vale la pena intentarlo, ¿no?
-El Sistema Isha está concebido para vivir en lo que llamas amor-conciencia. ¿Puedes explicar qué es?
-Es esa experiencia que todos vivimos de niños: sentirte a gusto, en el presente, dichoso. ¿Recuerdas? Ese lugar interior de paz, de amor incondicional, de dicha porque sí. Pues imagina esa misma experiencia interna, pero viviendo tu experiencia externa adulta.
-Recalcas la importancia de sentir las emociones, de ser humanos, de no tratar de ser “buenos” ni “perfectos” según normas sociales o religiosas.
-Tenemos ideas de cómo queremos ser, pero nos sentimos llenos de otras cosas: resentimientos, miedos, celos, etc., producto de nuestra experiencia. Si forzamos o ignoramos eso, se crea una lucha que sólo nos lleva a sufrir. Pero sí podemos amarlo y, cuando practicamos las facetas, nos enfocamos en el amor, abrazamos sin violencia interna esos sentimientos y permitimos que se disuelvan, que sanen. Entonces, el amor prevalece y no nos ponemos a luchar con lo que está mal. Pero en el trayecto, somos humanos. Es una experiencia dual y es parte de la evolución.
-Dices que no es cierto que “algo está mal en este momento”, creencia que nos lleva a proyectarnos al pasado y al futuro.
-Generalmente vivimos en nuestro intelecto, cuya naturaleza es dual y viaja entre lo que sucedió (que nos hizo sentir mal) y el no querer repetirlo. Esto, con seguridad, nos lleva a repetir lo mismo, pues vivimos enfocados en eso. El momento presente es lo único que existe, el único instante en el que podemos elegir y cambiar. No nos sentimos víctimas de lo que nos sucede, pues estando presentes tomamos la responsabilidad sobre nuestras vidas. Aquí y ahora podemos cambiar y ser todo lo que queremos y podemos ser.
-También nos invitas a sanar los juicios propios y ajenos. De elevar la conciencia, enfocándonos en el amor y haciéndolo crecer.
-Tenemos miles de pensamientos al día, y la mayoría enfocados en miedo, dolor, conflicto, vibrando bajo. Cuando, en vez de pelearnos con nosotros mismos y con todo, abrazamos lo que es y utilizamos una faceta, naturalmente se van disolviendo los obstáculos producidos por nuestro sentir y nuestros juicios. El amor es la frecuencia vibratoria más alta que existe, y el miedo es la más baja. Lo más denso, según las leyes de la evolución en la naturaleza, en presencia de una frecuencia más alta comienza a vibrar más cercano a eso y se va modificando. Así, el miedo va sanando y transformándose en amor.
-Eres una mujer guapa, estás en forma, no vistes con túnica y posas vestida de negro. ¿Es tu forma de mostrar que uno puede ser perfectamente humano y sin embargo espiritual?
-¡Sí! Puedes vivir en el amor incondicional absoluto y tener tu experiencia humana normal en este mundo moderno. Si yo lo he logrado, todos podemos. Es hora de dejar de lado los estereotipos místicos. Esa es mi visión de la paz mundial: cada uno descubriéndola internamente allí donde esté, haciendo lo que esté haciendo y compartiendo su abundancia. Ya no buscamos el aislarnos en una cueva. Y sí, el negro es mi favorito. ¿No te parece super elegante siempre?
-Si somos amor, si provenimos de la perfección, ¿qué sentido tiene encarnar como humanos y vivir el sufrimiento, la carencia, la enfermedad?
-Y si no, ¿qué clase de juego sería este juego de despertar? ¿Cómo puedes reconocer la luz sin la oscuridad? ¿El amor sin el miedo? Es la experiencia humana lo que crea el contraste y nos permite ejercer el gran poder que está en nuestras manos: el poder de elegir.
Fuente: Suite101.net